martes, 26 de febrero de 2013

Las aceitunas ninja



- ¡Escuadrón! -dijo una de las aceitunas con el mondadientes entre sus pequeñas manos- ¡Preparaos para el combate!

Cientos de aceitunas con los mondadientes clavados miraban fijamente hacinadas en un pequeño plato. A su lado, un grupo de aceitunas gazpacheras estaban bailando y cantando flamenco, como era habitual en ellas, haciendo un ruido atronador con tanto cántico y taconeo.

En esos momentos de ruidosa tranquilidad, las aceitunas esperaban el momento en que los humanos se acercasen a ellas para atacarles a los ojos. Pero entre el amasijo de platos, unas aceitunas con limón dejaron de cantar canciones del Fary. 

-!Mirad! -exclamó una de ellas-, creo que van a atacar a los humanos.

Todas se pusieron a mirar fijamente el plato de las aceitunas con palillos.


Las miradas amenazantes se cruzaban sin parar. Se sentía la tensión en el aire.

- ¡¡Quillas!! ¿Pero qué sus pasa? -preguntó una gazpachera-. Que no nus endejáis bailá er Fandango en paz, ¡ozú mi arma! ¡Ezto ezta máz tenzo que el entierro de mi agüela "la aragoneza", que la familia se dizcutia por cual tenía má arru...

Y antes de que terminase de hablar, una aceituna ninja empezó  a blandir su mondadientes como una loca entre los platos. Miles de fragmentos de aceituna salieron volando en todas las direcciones. Los limones huían sin mirar hacia donde, los pimientos chillaban histéricos, un enorme caos se formó sobre los platos. Cientos de miles de aceitunas ninja salieron de la nada. Las gazpacheras empezaron a defenderse dando potentes bofetadas gracias al entrenamiento de palmero en los tablaos; las de limón escupían ácido por su pequeños agujeritos donde antes habían restos del árbol que las vio nacer.

La vorágine inundaba el pequeño rincón de la mesa. La lechuga miraba horrorizada el espectáculo pero no pudo hacer nada: estaba paralizada a causa del miedo. Una pequeña aceituna, viuda y arrugadita de tanto estar en el agua, lloraba la muerte de su pequeña arbequina.

- ¿Por qué? -chillaba entre lágrimas de desesperación-.

Tras la dura batalla apenas quedaban supervivientes. Únicamente una banderilla consiguió mantenerse en pie y mirando hacia el dantesto espectáculo que tenía ante sus ojos solo pudo pronunciar unas palabras que, a día de hoy, siguen estremeciéndola cada vez que recuerda esa escena.

- ¡Vaya olivada!




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