miércoles, 27 de noviembre de 2013

Dando las gracias




  • YeRip fue inspirada por la limpieza e higienización de la nevera de Exterlin (Memories of a Green Orange)
  • Absurdo diálogo entre cubitos de hielo nació a causa del calor y la necesidad de hidratar el cuerpo de Exterlin (Memories of a green orange) en una sofocante noche de verano.
  • Un relato de berberechos que practicaban natación sincronizada, inspirada en el diálogo real entre un camarero y una servidora con el aliño de Meri Pafor.
  • Las aceitunas Ninja o como inspirarse en un plato de aceitunas "La española". Gracias Exterlin.
  • Pelusas El Origen nació una noche en la que hablando vía messenger descubrí que las pelusas tienen vida propia, con especial cariño para Meri Pafor y Exterlin.
  • Las piedrecitas asesinas de la estratosfera, inspirada en el dolor real que causa el granizo sobre la cabeza de una humilde servidora, camino al trabajo y sin paraguas.
  • ¿Las moscas mueres por causas naturales? Tras una visita a unos amigos, esta pregunta surgió de uno de ellos, inspirando esta curiosa entrevista.
  • Las aventuras de una arañita (antes conocida como AracCeli) inspirada en el comentario de Joana Rios (El camino de la Alegría) y Cristina Torruella que me ayudó con el título.
  • El despertar de golpe, vivencia personal amenizada con las risas de María José Hidalgo un domingo por la mañana y la compañía de Joana Rios y su apodo que me persigue desde entonces. De hecho es como me llama, entre otras cosas. >(^.^)<
  • CheesseLove es una experiencia real de un anónimo pasajero del metro, que al parar en su estación, nos dejó a todos con la duda.
  • Angel y Mathew  y Epílogo, son fragmentos  de un relato más largo que crece día tras día, y para ello agradezco de antemano el apoyo incondicional de Exterlin, María José Hidalgo, Carles Altadill y Joana Rios.

Las aventuras de una arañita (antes conocida como AracCeli)




Iba tan feliz una araña por su tela, cuando la abertura de una de las puertas la empujó hacia el vacío. Sus compañeras miraban con frialdad su viaje hacia ningún lugar que había emprendido. Llevaban demasiado tiempo avisándola de que cuando terminase su amada tela, tuviera la precaución de aplicarse pegamento en las patitas para evitar que las corrientes de aire se la pudiesen llevar. Pero eran demasiados días, demasiados meses, demasiados años sin que nadie abriese una puerta. Por lo que el exceso de confianza habían provocado que redujese las precauciones en cuanto a mantenerse o no pegajosa a su tela.


Mientras caía al vacío empezó a reflexionar acerca del sentido de la vida. Pensaba en como había desperdiciado tanto tiempo tejiendo su tela, comiendo pequeños insectos nacidos del polvo. Recordaba cuando era pequeña, como su abuela le explicaba que había vivido en un lugar muy lejano, lleno de luz, entre paredes blancas y a gran altura del suelo. Pensaba en como debía ser ese lugar, acogedor, calentito, repleto de pequeños insectos, algunos conocidos y otros exóticos. Recordaba como su abuelo interrumpía la narración para explicarle como les rompieron su casa. Comentaba que una enorme masa peluda los arrastró hasta el suelo, que los agitó al exterior, haciéndoles caer en un lugar oscuro y repleto de basura, restos de algo parecido a una especie de campo de concentración en el cual, conocieron a Hector, una educada y sabia pulga que llevaba horas encerrada en ese lugar. Juntos planearon la manera de escapar de ese lugar, y con sumo cuidado, consiguieron cavar un agujero en la pared viscosa y resbaladiza que les rodeaba. Sus pensamientos se interrumpieron sobre el hombro de alguien. Era un lugar blandito, calentito, recubierto de unos pelillos extremadamente suaves. No distinguía bien el color, nadie le había enseñado los colores, pero no le importaba. De pronto, empezó a agitarse violentamente provocando que la pobre araña saliese nuevamente disparada hacía el vacío. En un último intento de su instinto de supervivencia, se agarró fuertemente a una pequeña varilla que se movía rápidamente. Agarrada a ella empezó a trepar rápidamente, pero ni se imaginaba que es lo que se iba a encontrar. Miles de varillas le permitieron mantenerse sujeta, porque un terrible terremoto hacía que se levantase por los aires. Unos terribles alaridos la estaban ensordeciendo. Sin entender nada, intentaba mantenerse por todos los medios sujeta a las varillas con sus patitas, pero a menudo le resultaba imposible, así que decidió concentrar todas sus fuerzas en las patitas delanteras mientras el resto de su cuerpo botaba al mismo ritmo que los temblores que le acompañaban. Sentía que estaba en un parque de atracciones, movimientos vertiginosos hacia los lados, saltos hacia arriba y abajo le estaban empezando a remover las tripas. Se estaba empezando a sentir mareada. Un brusco movimiento hacia delante, le hizo volver a la realidad, le hizo vislumbrar lo que había más allá. La imagen que vio le erizó los pelitos de su diminuto cuerpo. Había oído viejas historias en su familia acerca de ellos, pero nunca los había visto, y menos, tan de cerca. ¡¡HUMANOS!!Según decían las viejas historias, eran seres monstruosos, gigantescos y sin ningún tipo que piedad. Contaba la leyenda que ninguna araña que los había visto de cerca, había sobrevivido, de una forma u otra acaban muriendo. Si no era a consecuencia del peso de su gigantesco cuerpo sobre ellas, a causa de unos extraños gases que emitían, en especial las hembras, que sin saber el porqué, los emitían entre extraños ataques de locura al contemplar a cualquier miembro de su especie. Aterrada, sin apenas poder resistirse a los movimientos, contemplaba con pavor la escena. Dos humanas frente a ella, la contemplaban sin apenas pestañear, mientras ella, aterrada apenas podía moverse.



De pronto sintió como el mundo se derrumbaba a sus patitas. Mientras la inundaba la misma sensación de angustia que sufrió al caer al vacío, pudo ver in situ el tamaño y forma de las dos humanas. El terremoto cesó, cesó la sensación de caída y una nube de polvo inundó el aire haciéndolo apenas respirable para la pequeña arañita. Sabía que había caído al suelo, pero sorprendentemente estaba viva.De entre el caos formado, pudo ver unas extrañas formas alargada y redondeadas de los laterales de un color rosado. Sabiendo que ya no tenía nada que perder, decidió acercarse a ellas, arriesgando su vida y dejándola en manos de los desconocido. Pero su sorpresa fue que al subirse encima de esas formas, acababan uniéndose en una de mayor tamaño. A pesar del miedo que sentía, el agradable calor que notaba bajo sus patitas la estaba tranquilizando. Lo que más le sorprendía es que por mucho que caminase, siempre seguía encontrándose con los mismos caminos. Por mucho que corriese, siempre chocaba con la misma colinita, blandita, calurosa y tras ella, las mismas formas alargadas que había visto al principio. Tras largo rato, dando vueltas por los mismos sitios, vio otro trozo de muro. Pero este no era como los que acostumbraba a ver diariamente, era algo distinto. Lleno de polvo, pero sin tela, como era lo habitual. Entre las rendijas que separaban los ladrillos que conformaban la pared, unos pequeños agujeritos que la invitaban a vivir nuevas aventuras. Por un momento, dudó entre seguir hacia delante o quedarse en ese lugar, que aunque repetitivo, le era de lo más agradable. Una dulce voz le indicaba que siguiese hacia delante, pero al girarse en busca del origen de esas palabras, vio un extraño gusano rosado con una especie de caparazón endurecido de color violeta. Se agitaba indicándole que prosiguiese su camino, mientras la voz le indicaba que se fuera. Sabía que había llegado el momento, que estaba a salvo. Sin pensárselo dos veces, saltó hacia una pequeña rendija y se coló dentro de un agujero, pero antes de adentrarse nuevamente a lo desconocido, se giró por última vez para descubrir cual era el origen de esa dulce voz.


Su sorpresa fue que eran las dos humanas que la miraban perplejas, las que la habían ayudado a escapar. Por primera vez, supo que todo lo que le habían dicho de los terribles humanos, no era cierto. Sentía que debían aprender que no todos los humanos intentaban destruirles o les condenaban a vivir dentro de un mundo rodeados de un invisible caparazón que les impedía salir. Miró hacia delante llena de esperanza y antes de desaparecer entre la oscuridad, se giró nuevamente, y en un gesto de agradecimiento, les deseó que tuvieran la misma suerte que había tenido ella.

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El despertar de golpe

Un domingo cualquiera, en un lugar en el mundo, alguien se despertó sin saber muy bien donde se encontraba. Una punzante necesidad de ir al servicio causado por la ingesta nocturna de líquidos varios hizo que se incorporase lentamente sobre su lecho de descanso nocturno algo confundida.

Sentada sobre la cama, se puso su precioso kimono de color carmín. Los pies dentro de sus acogedoras zapatillas forradas de peluche negro aportando calor y comodidad, se  dispuso a ir al servicio, pero camino a la puerta un extraño suceso interrumpió sus intenciones.

De pronto ya no se encontraba en la misma habitación. Estaba rodeada de bocadillos de diversos sabores, y se dio cuenta de que tenía hambre. Dispuestos en pequeñas urnas la envolvían formando una extraña danza a su alrededor repleta de olores y texturas de lo más apetecible. Mirando a su alrededor, intentaba decidir a cual de esos manjares iba a formar parte de su desayuno dominical. Cuando al final se decidió por uno de ellos, empezó a sentir que su cuerpo se estaba torciendo hacia un lado. Intentando mantenerse en pie, algo le impedía moverse a voluntad. Había perdido completamente el control sobre su cuerpo.

Nuevamente estaba en su habitación, pero en lugar de estar rodeada de manjares vio como se acercaba
peligrosamente su cuerpo hacia la estantería situada al lado de la puerta. Seguía sin poder controlar sucuerpo, pero a pesar de todo, lo intentaba. En vano se esforzó y se esforzó, pero de nada le sirvió, pues a los pocos segundos su cuerpo se golpeo estrepitosamente sobre ella, provocándole futuros hematomas en la dignidad.

-¿Te has hecho daño? -Una cabeza se asomaba por la puerta.

Era su compañera de piso que al escuchar el golpe había ido ver que sucedía. Lo que pudo contemplar era indescriptible, la pobre muchacha abrazada a la estantería, con expresión de sorpresa. Ante esa escena, su compañera se puso a reír y en un acto de compasión le dijo:

-¡Eres una Potito! ¡¡¡Jajajaja!!!


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CheeseLove

Era un miércoles por la tarde. El metro paró en su estación como hacía habitualmente. Él se subió al metro con su mochila. Una vez acomodado en el asiento, se dispuso a abrir su bolsa. Ante la sorpresa de todos, un enorme queso. Totalmente abstraído de su alrededor, empezó a hablarle como si de un ente humano se tratase.

-Ahora vamos a ir a casa.

Le decía mientras delicadamente sus dedos recorrían la rugosa y áspera piel que envolvía el delicioso cuajo, sus ojos emitían una mirada lasciva hacia él, y en un instante, todo su amor se volcó en forma de beso sobre la redondeada figura.

Los acompañantes del breve viaje contemplaban la escena con cierto humor, algunos, incluso estaban atónitos ante lo que estaba sucediendo, pero todos se mantuvieron en silencio mientras él mostraba en público su amor incondicional hacía ese monumento al placer culinario.


Una vez, él llegó a su destino, entró en su casa, cerró la puerta con llave y con sumo cuidado sacó a su amante del escondite y dejo que fuera rodando sobre sus curvilíneas formas hacia donde quisiera.
Cual sorpresa fue la de él, al descubrir, con enorme satisfacción, que su objeto de deseo se dirigía rápidamente hacia su habitación. Allí, sobre su lecho, le estaba esperando, provocador, deseoso de ser catado, deseoso de ser tocado y acariciado por él.

¡Por fin juntos! Pensó él, y apoyado en el marco, lo miró con deseo y lujuria. Cerró la puerta tras de si, se acercó lentamente. con movimientos obscenos se desabrochó la camisa, se quitó los pantalones y se sentó en la cama. Lo besó, lo tocó y durante largo rato recorrió todas sus curvas. Mientras todo eso sucedía, un grupo de ratoncitos contemplaban la escena llenos de envidia, pero esto será explicado en otro momento. Por fin su sueño se hacía realidad, delicadamente sacó un enorme objeto cortante de su cómoda y hundió el afilado cuchillo en el corazón de su amante.

Al día siguiente, frente al espejo, contemplando su rostro lleno de felicidad se
dijo a si mismo:

-Te elegí entre cientos, tu me miraste y yo te miré. La chispa saltó en ese preciso instante, amor mío, ahora te siento en mi interior.

Se fue a trabajar, como hacía diariamente, pero esta vez, a causa de  felicidad iba cantando alegremente: 

"!I got you, under my skin! Tum tu tu tum!"


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jueves, 24 de octubre de 2013

¿Las moscas mueren por causas naturales?


Entrevista exclusiva con Antony McFly portavoz de la ADIH (Asociación Internacional por los Derechos de los Hematófagos) realizada por Gustav Frogger.

G.Frogger:Buenos días y bienvenido Sr. MacFly.

A.McFly: Buenozz díazz

G.Froggrer: A modo de presentación, hablemos un poco acerca de las razones por las cuales ha decidido concedernos esta entrevista y, así, poder introducir al lector en su misterioso mundo.

A.McFly: Para empezzar, nuestra ezzpecie zziempre ha zzido dezzpreciada, maltratada y confinada a vivir entre detrituzz y partezz traserazz de otras ezzpeciezz.

G.Frogger: ¿Me esta usted diciendo que se sienten marginados a sobrevolar cacas de perro y culos de vaca?

A.McFly: No ezz que nozz importe, pero nozzotrozz, nuezztra ezzpecie, reivindica el  derecho a volar mázz allá de  las montañazz de ezzcombrozz dezzhechadozz por lozz humanozz.

G.Frogger: Pero también, debe entender, que su extraña afición por perseguir a los humanos allá donde quiera que vayan resulta muy molesto.

A.McFly: Ezza ezz una cuezztión muy dizzcutible. Nuestrazz hembrazz deben alimentarzze para poder traer al mundo pequeñazz mozzquitazz que pronto zzeran parte de la fauna que mantiene el equilibrio en ezzte mundo. ¿Acazzo ezz cruel querer alimentar a nuezztros retoñozz?

G.F.rogger: No, por supuesto que no es crueldad, no me malinterprete, pero, sus picaduras suelen ser muy molestas para algunas especies.

A.McFly: Ezz que nozzotrozz no picamozz a los humanozz, les damozz pequeñozz mordizzcos cargadozz de amor maternal. Lo que zzucede en realidad, ezz que zzon una ezzpecie muy mimada y no zzoportan nuezztra curiozzidad y compañía. Zzon todozz unozz blandenguezz, lezz mordemozz con amor, lezz anezzteciamozz para que no zzientan dolor, ¿y como nozz lo agradecen? Aplazztandonozz con extrañozz artilugiozz o rociandonozz con gazzes letalezz. ¡¿Acazzo ellozz tienen conzzideración alguna cuando emiten metano a travezz de zzuzz orificiozz trazzeros?! ¡¡Noo!!



G.Frogger: Bueno, sin ánimo de entrar en polémicas, vayamos al "Quid" de la cuestión. La pregunta que miles de nuestros lectores se hacen a lo largo del verano.¿Las moscas mueren por causas naturales?

A. McFly:Por zzupuezzto que zzí.

G.Frogger:Entonces, ¿Porqué tan solo unos pocos afortunados encuentran los cadáveres?

A.McFly: La razzón ezz muy zzimple; La mayoría de la gente dezzconoce totalmente el ciclo de vida de un mozzquito.

G.Frogger;  Por favor, explíquese.

A.McFly: Lozz machozz acozztumbramozz a vivir una zzemana, en la percepción de un zzer humano,
tiempo zzuficiente para nozzotrozz para poder dizzfrutar de lozz placerezz de la carne voladora y curiozzear en la vida de lazz perzzonazz. Nuezztrazz hembrazz en cambio, al tener que encargarzze de
nuezztra dezzcendencia, alimentar, enzzeñar lozz zzecretos de nuezztra religión, zzuelen vivir un mezz.

G.Frogger: Vaya, acaba de afirmar que son religiosos. Entonces, ¿honran a sus muertos celebrando
algún tipo de ritual?

A.McFly: ZZi. Honramozz a nuezztrozz muertozz, recogemozz zzuzz cuerpozz y lozz enterramozz en pequeñazz formacionezz en la madre tierra. Y lozz que zzon exterminadozz por la mano del hombre, zzon honradozz y conzzideradozz Mozzquitozz Zzantoz. Y dezzde aquí, aprovecho para pedir al zzer humano que deje de matar a nuezztrozz hermanozz, ya no tenemozz zzitio en el zzantoral para tanto zzanto. ¡Y zzi no haceizz cazzo omizzo a nuezztra petición, avisadozz quedan! ¡La ira de lozz mozzquitozz zzerá..!

(!Plas¡)


G.Frogger: ¡Mierda, un mosquito!.  ¿Eh? ¡Dios, noooo!!Noooooooooooooo!



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domingo, 17 de marzo de 2013

Pelusas. El origen.

Había una vez, en una ciudad cualquiera, un piso cualquiera donde vivía una joven llamada Carla.

Después de salir del trabajo fue directamente a su casa con la intención de preparar el piso para la llegada de sus amigas el fin de semana. Cenó tranquilamente, recogió las cosas y se sentó a disfrutar de unos momentos de relax y al mismo tiempo, concretar la hora de llegada de sus invitadas.

Hablando entre ellas, por medio del Messenger, todas se quejaban de las pocas ganas que tenían de hacer cosas un viernes por la noche.
-Buf, tengo la maleta por hacer y son ya las 11:30 -les decía Ester.
-Pues yo tengo la cocina por recoger, y como no lo haga, mi padre no me deja irme de casa jajajaja -les decía Meri.

Carla estaba leyendo tranquilamente cuando se dio cuenta de que a su alrededor le estaba esperando el comedor, el lavabo y el pasillo por recoger y limpiar. Pensaba que estando sola no necesitaría mantener el piso como cuando vivía con sus padres, pero tras una semana posponiendo la mayor parte de la limpieza necesitaba adecentar la casa, ya no solo por la visita sino por ella misma. Sentada en la silla, empezó a notar un ligero picor en sus pies; miró hacia abajo y vio una pequeña pelusilla de polvo haciéndole cosquillas en los dedos. La apartó suavemente y siguió hablando con ellas.

-Pues a mi me queda aún barrer y recoger el comedor y pasillo y limpiar el lavabo, pero me está resultando muy difícil... -comentó Carla.

-Pues no lo hagas -contestó Meri-. No creo que nos vayamos a asustar.

Carla sonrió. Miró a su alrededor y algo inesperado le llamó la atención. Una enorme pelusa estaba en medio de la entrada del comedor y la estaba mirando de forma amenazante. Miró a la pantalla de su ordenador sin darle importancia, pero sin dejar de mirar de reojo, vio como esa enorme pelusa ya no estaba delante de la puerta.

-Chicas, les dijo Carla mientras bostezaba- creo que voy a barrer. Acabó de darme cuenta que una pelusa me estaba mirando fijamente.

Sus amigas empezaron a escribir emoticonos haciéndole entender que se estaban riendo de su comentario. Pero sus intenciones no parecieron gustarle mucho a la pelusa pues al levantarse de la silla sintió otra vez ese picor en los dedos de los pies. Sus amigas seguían escribiendo, mientras ella volvió a mirarse el pie. La escena que contemplaron sus ojos hicieron que le entrase el pánico. En un vano intento de pedir ayuda volvió a sentarse y escribir en el ordenador.

-Chicas, creo que la pelusa que me estaba mirando, está sobre mi pie.

Sus amigas continuaron escribiendo comentarios graciosos mientras ella seguía intentando explicarles la situación, pensaban que todo era una broma, pero nada más lejos de la realidad.

-Chicas, que no es una broma, creo que... -intentó escribir pero ya era tarde. Cuando sintió el mordisco sobre su dedo pequeño, vio como la pelusa desaparecía lentamente dentro de la herida. En vano volvió a escribir relatando su situación, pero sus amigas se limitaron a decirle la hora en que llegaban.

La pobre Carla se despertó por la mañana aturdida sobre el suelo. El ordenador seguía encendido. En la pantalla pudo leer los últimos mensajes de sus amigas. Una extraña sensación de poder corría por sus venas. Se sentía cada vez más fuerte, más valiente y lo que más le sorprendió es que no había ni rastro de pelusas por el comedor. Se levantó y se dirigió al lavabo. Frente a la puerta del mismo, cientos de pelusas la estaba contemplando. Hablaban entre ellas y sorprendentemente, Carla, las podía entender.

-Es ella, ¿verdad? -se decían las unas a la otras.

Carla las miró fijamente y les preguntó:

-Es la hora, ¿verdad?.

Ellas asintieron con un grito al unísono, un "¡¡¡¡¡Síííííí!!!!!" que hizo temblar el ático en el que vivía. Cientos de pelusas salieron de detrás de los muebles, de debajo de las camas, de entre los cajones... había incluso escondidas en las viejas lámparas del pasillo.

Todas unidas ante ella. Todas dispuestas a conquistar el mundo, reclamando venganza por sus hermanas absorbidas brutalmente por aspiradores y demás artilugios de limpieza.  "¡Por un mundo de pelusas!", gritaban sin cesar. Entre todos los gritos que vitoreaban a la nueva salvadora de su polvoriento universo, un timbre interrumpió la felicidad. Carla les ordenó que callasen y se escondiesen. Sus amigas habían llegado.

Abrió la puerta y las dos jóvenes se quedaron sorprendidas al verla.

-¿Te has peinado esta mañana? -le preguntó Ester.

-Sí -contestó extrañada Carla-, ¿por qué?.

-Llevas unos pelos de loca... -le dijo Meri- pareces una pelusa gigante jajajaja.

Carla cerró la puerta tras de sí, colocó el pestillo en su lugar y sonrió maliciosamente mientras sus dos amigas se dirigían confiadas hacía la muerte.


viernes, 8 de marzo de 2013

Las piedrecitas asesinas de la estratosfera

¿Quién no ha sufrido la experiencia de pasear por la calle y comprobar "in situ" el voraz ataque de un granizo cayendo fuertemente sobre su paraguas?

Hoy vamos a relatar el caso de un grupo de piedrecitas kamikazes dispuestas a sabotear la plácida vida una persona cualquiera, en una ciudad cualquiera, una tarde cualquiera...


Alicia iba tranquilamente hacía su trabajo. Como un día normal, después de comer y haber descansado un poco, salió del metro con paso firme en su habitual recorrido por las calles. Las previsiones del tiempo anunciaban algo de lluvia, pero no se llevó el paraguas, pensaba que no iba a ser nada desagradable sentir un poco de agua sobre su piel.

El cielo estaba oscuro, aportando una tonalidad ocre a todo lo que le rodeaba. Le encantaba ese ambiente prelluvioso que la estaba acompañando.

Miró al cielo, en parte buscando una respuesta a sus más íntimas preguntas como para comprobar si le daría tiempo de llegar sin apenas mojarse, cuando una molesta piedrecita, helada y húmeda golpeo salvajemente su frente. Agitó la cabeza y miró al suelo. Allí estaba, mirándola desafiante.

Alicia se sintió estúpida. Era imposible que un poco de granizo la mirase de esa forma. Así que decidió pisarla sin compasión y seguir su camino. A los pocos segundos de realizar ese atroz asesinato, cientos de amigas de la primera piedrecita helada, empezaron a caer furiosas sobre la reciente asesina.

La mujer intentó taparse la cabeza, pues la caída libre del granizo le estaba empezando a doler bastante. En vano intentó refugiarse bajo algún resorte pero no había ningún lugar destinado a protegerla. Mientras tanto, iba cayendo fuertemente el granizo. Sintió como algunas piedrecitas se le introdujeron dentro del zapato. Incluso le pareció escuchar palabras de venganza sobre sus hombros cubiertos de hielo y agua. A medida de iban cayendo, algunas sobrevivían a la descongelación y otras en cambio sucumbían sin remedio al estado líquido.

Alicia sintió un frío atroz recorriendo desde los talones hasta lo alto de sus piernas. Miró hacia sus pantalones pensando que se estaban mojando, pero lo que pudo contemplar fue escalofriante. Sus extremidades inferiores estaban adquiriendo un tono blanquecino. Sentía como ese frío se estaba apoderando lentamente de ella y cada vez le costaba más trabajo andar. Entumecida, intentó pedir ayuda, pero estaba sola en medio de la calle. Todo el mundo se había refugiado en algún lugar y ella, en cambio, medio helada, mojada y sin apenas poder moverse, testigo y víctima al mismo tiempo de una venganza proveniente de la estratosfera por la muerte de una simple piedra de hielo.

El cielo se estaba oscureciendo aún más y Alicia apenas podía ya moverse; el suelo cubierto por un hermoso tapiz de hielo y en medio de la nada, una figura cada vez más blanca con un rostro azulado por el frío.

Unos segundos antes de cerrar definitivamente sus ojos, Alicia pudo escuchar una aguda voz decir:

-¡Gruuu ñiiiiii guuuuu iiiiiiiaaaaaaa!


Al cabo de las horas, la noche inundó la ciudad, dejó de granizar, dejó de llover y la ciudad volvió a la normalidad. Pero en medio de la calle quedó una marca que evidenciaba el terrible final de esa mujer. Los ancianos afirman que aún hoy en día, cuando el bravucón cielo oscurece, sus crueles hijas bajan a la tierra dispuestas a agujerear los cráneos de los pobres viandantes que se pasean sin paraguas los días en los que la lluvia amenaza su ordinaria vida.



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martes, 26 de febrero de 2013

Las aceitunas ninja



- ¡Escuadrón! -dijo una de las aceitunas con el mondadientes entre sus pequeñas manos- ¡Preparaos para el combate!

Cientos de aceitunas con los mondadientes clavados miraban fijamente hacinadas en un pequeño plato. A su lado, un grupo de aceitunas gazpacheras estaban bailando y cantando flamenco, como era habitual en ellas, haciendo un ruido atronador con tanto cántico y taconeo.

En esos momentos de ruidosa tranquilidad, las aceitunas esperaban el momento en que los humanos se acercasen a ellas para atacarles a los ojos. Pero entre el amasijo de platos, unas aceitunas con limón dejaron de cantar canciones del Fary. 

-!Mirad! -exclamó una de ellas-, creo que van a atacar a los humanos.

Todas se pusieron a mirar fijamente el plato de las aceitunas con palillos.


Las miradas amenazantes se cruzaban sin parar. Se sentía la tensión en el aire.

- ¡¡Quillas!! ¿Pero qué sus pasa? -preguntó una gazpachera-. Que no nus endejáis bailá er Fandango en paz, ¡ozú mi arma! ¡Ezto ezta máz tenzo que el entierro de mi agüela "la aragoneza", que la familia se dizcutia por cual tenía má arru...

Y antes de que terminase de hablar, una aceituna ninja empezó  a blandir su mondadientes como una loca entre los platos. Miles de fragmentos de aceituna salieron volando en todas las direcciones. Los limones huían sin mirar hacia donde, los pimientos chillaban histéricos, un enorme caos se formó sobre los platos. Cientos de miles de aceitunas ninja salieron de la nada. Las gazpacheras empezaron a defenderse dando potentes bofetadas gracias al entrenamiento de palmero en los tablaos; las de limón escupían ácido por su pequeños agujeritos donde antes habían restos del árbol que las vio nacer.

La vorágine inundaba el pequeño rincón de la mesa. La lechuga miraba horrorizada el espectáculo pero no pudo hacer nada: estaba paralizada a causa del miedo. Una pequeña aceituna, viuda y arrugadita de tanto estar en el agua, lloraba la muerte de su pequeña arbequina.

- ¿Por qué? -chillaba entre lágrimas de desesperación-.

Tras la dura batalla apenas quedaban supervivientes. Únicamente una banderilla consiguió mantenerse en pie y mirando hacia el dantesto espectáculo que tenía ante sus ojos solo pudo pronunciar unas palabras que, a día de hoy, siguen estremeciéndola cada vez que recuerda esa escena.

- ¡Vaya olivada!




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martes, 19 de febrero de 2013

Un relato de berberechos que practicaban natación sincronizada en zumo de piña..

Sentada en el sillón de un tranquilo hotel, disfrutaba de un refrescante zumo de piña. Un despistado camarero dejó sobre la mesita que acompañaba mi descanso un platito lleno de berberechos. Me giré con la intención de llamarlo para que se llevase lo que me había traído por error, pero había desaparecido todo el mundo.

Con cierta resignación, miré al platito pensando en que se iba a estropear ese delicioso manjar a causa de mi intolerancia, cuando unas voces me llamaron la atención.

- ¡Venga chicos! Que ahora no mira nadie, que tenemos que entrenarnos -se escuchó desde el fondo del platito.

Me acerqué con cierta incredulidad, pues no veía a nadie que estuviese haciéndome mofa. De hecho, estaba sola en el hall. Unos pequeños bracitos sobresalían de entre el caldo y, poco a poco, fueron apareciendo cada vez más; ante mi sorpresa se iban desplazando en fila india hacia mi vaso de zumo de piña.

- ¡Vamos! -exclamó un berberecho-, hay que entrenar que la semana que viene tenemos el campeonato de natación sincronizada.

Y empezaron a moverse al ritmo de la música ambiental. Con una coreografía de lo más estudiada, hacían todo tipo de piruetas, se sumergían en las profundidades del zumo y salían cual sirenas en el mar.

- ¡Venga, nenazas! -decía sin parar uno de ellos-. ¡Dos a la derecha, tres detrás, en formación!! ¡Ale hop!!

Y acto seguido volvieron a hacer nuevamente otro tipo de baile, pero esta vez más elaborado que la anterior; saltando sobre ellos, moviéndose con rapidez, deslizándose entre las ondas del zumo con una asombrosa ligereza, bailando sin parar.

Sin poder dejar de mirar la escena, una voz tras de mi me hizo volver a la realidad.

- Disculpe, ¿le ocurre algo? -me preguntó cortésmente el camarero-.

- Creo que hay un berberecho en mi zumo...si fuera tan amable de retirármelo... -le contesté-.



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jueves, 14 de febrero de 2013

Absurdo diálogo entre cubitos de hielo



Había una vez unos cubitos de plástico en un vaso helado:

-Hey tío, ¿estás fresco? -Le dice Azul a Blanco.

-Sí, tío, ahora sí. Me siento limpio entre tanta agua -le contestó Blanco.

-¿Has visto esas cubitas de ahí? Están buenísimas -decía el Azul.
-Joder tío, ¡están muy por encima nuestro! -contestó Blanco.
-Claro, solo tienes que trepar un poco para poder presentarte a ellas.

Mientras tanto, las cubitas estaban flotando tan felices en el agua:

-¿Has visto esos cubitos, Heladita? -preguntó Congelada a Heladita.
-Sí, son muy monos -dijo Congelada- el Azul creo que me está guiñando el ojo, o al menos eso parece desde aquí -dijo Congelada mientras entornaba los ojos para poder ver mejor.

Los cubitos del fondo estaban planeando la forma de acercarse a ellas, pero dos cubitos azul claro les impedían el paso:

-Eh, tíos, enrollaos y apartaos, que las cubitas de arriba son nuestras -dijo el cubito azul claro a los otros cubitos.

-¿Qué pasa, chaval? ¿que porque somos más pálidos nos discriminas? No, si quieres ir con esas cubitas, tenéis que pasar por encima nuestro -respondió Clarito amenazante- ¡Yo no os dejo pasar!

Los cubitos azules se empezaron a mosquear y enfriaron rápidamente el culo del vaso. Los cubitos claro empezaron a hacer lo mismo, luchando por las cubitas blancas. En menos de dos minutos habían enfriado tanto el vaso, que Esterilla decidió hacer un trago de ese delicioso maná.

La visión de las cubitas era aterradora: un montón de dientes blancos se acercaban lentamente al borde del vaso. Vieron como la corriente las arrastraba hacia ese muro de color marfil. En pleno ataque de pánico, incluso vieron el sarro de entre sus dientes, y empezaron a gritar aterradas!

-¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHH!!!!! -gritaron las cubitas.

Los otros cubitos dejaron de lado sus diferencia para ayudar a las cubitas, pero era demasiado tarde; se quedaron sin agua para enfriar.

-Tío, me siento desnudo -comentó avergonzado el cubito Azul-, ¡creo que ahora no vamos a mojar!


Y colorín colorado, ¡este cuento se ha acabado!

Eso sí, ¡Esterilla quedó bien fresquita!


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domingo, 10 de febrero de 2013

Angel y Mathew


Él la seguía con la mirada, parecía divertirle la situación. Observó como la joven al entrar le daba un cariñoso beso en la mejilla al anciano que había visto. Esa imagen se le grabó en la mente y le irritó de sobremanera. Sus sospechas eran ciertas, la joven estaba emparentada con él. Pensó que probablemente, por la edad o era su sobrina o su nieta. Pese a ese descubrimiento, decidió llevar a cabo su plan de conquista y destrucción sentimental que tenía en mente desde que la conoció. Volvió a su trabajo, una rutina que no le satisfacía en absoluto, pero que le servía para mantener su estatus de galán entre las féminas. Al finalizar su jornada laboral volvió a su lujoso apartamento situado justo en el centro de la ciudad. Al llegar cogió su agenda color marrón, esa agenda que solo la tenía para sus contactos especiales. Hizo un par de llamadas y decidió esperar las respuestas a sus dudas mirando esos estúpidos programas de televisión, donde muchas personas explicaban sus miserias humanas a toda la audiencia entregada al máximo reviviendo con ellos el dolor y sus desgracias personales. Le divertía ver a las personas normales, la mayoría con baja autoestima, de un nivel intelectual más bajo que la media, como paseaban sus problemas por los platos de televisión esperando una solución que nunca llegaba.

-¡Desgraciados¡-exclamo ante el televisor mientras un matrimonio explicaba entre lágrimas, que su hijo mayor se había ido de casa tras una discusión- Solo tenéis derecho a morir

Despreciaba a la sociedad, esa sociedad que confiaba en él, que leía sus libros de psicología y de autoayuda. lujos. Esa sociedad, para el, eran solo insectos insignificantes. Juguetes en su mente egocéntrica e increíblemente inteligente. Lo sabía y se sentía orgulloso de si mismo, se veía como una especie de ser supremo, que estaba por encima de todos, pero por culpa de un maleficio estaba condenado a vivir entre ellos.

Mientras miraba el televisor su hermano empezó a hablarle

-¿Donde has estado hoy?-le dijo con un tono bastante molesto-Pensaba que vendrías a comer.

Angel Spelton estaba acostumbrado a los reproches de su hermano, creía que al estar todo el día solo en casa se había convertido en una especie de solterón aburrido y amargado con una única distracción, intimidarlo.

-He ido a comer con una chica-le contesto Angel.

-Ah, -contesto intrigado Frank-¿Como es?

Angel lo miró sorprendido. Nunca antes le había preguntado acerca de sus conquistas.

-Es una joven muy inteligente-le contestó obediente.-Se llama

-Se como se llama-interrumpió el-¿Sorprendido?

Angel estaba atónito.

-¿Creías que no me iba a enterar? Es familia del viejo, ¿verdad?

-Yo no lo sabía Mathew-le contestó Angel, no podía disimular su pánico ante la posible reacción de su hermano.

-No, no te preocupes, ella no es una molestia para mi. Solo su viejo. -Contestó Mathew mientras se encendía un cigarrillo.

-El viejo –preguntó Angel- ¿Es su abuelo?

Mathew no contestó, siguió mirando al vacío mientras seguía fumando. A Angel le molestaba mucho la actitud de su hermano. No quería que le fastidiase su plan con Alex, pero sabía que odiaba a su abuelo, lo culpabilizaba de su desgracia, de su soledad y sobretodo, de la separación de ambos hermanos.

Angel recordaba el día en que se conocieron. Estaba en una habitación con paredes blancas, el suelo gris y una fría camilla. No recordaba exactamente porque lo llevaron allí, ni el porque de tantos cables, pero recordaba como lo conoció, como lo vio por primera vez. Estaba sentado a su lado y vio como al abuelo de la joven no le hizo ninguna gracia que empezasen a hablar entre ellos. Recordaba claramente como el abuelo de la joven se llevó a su hermano a otra habitación, como lo encerró en una sala con las paredes acolchadas y le puso una camisa de fuerza. Lo escuchaba llorar por las noches, veía como una mujer muy atractiva se dedicaba a inyectarle a su hermano unas extrañas sustancias con unas pequeñas jeringuillas. Veía como se dormía envuelto en lágrimas, mientras el abuelo de la joven y esa mujer hablaban entre ellos.

Mathew se había ido. Angel seguía sentado en el sofá, probablemente se habría quedado dormido, pues la programación del televisor ya era para una audiencia bastante adulta. Se sentía cansado y decidió acostarse. Sin hacer caso de la película porno que emitían en ese momento, apagó el televisor y se fue a su cuarto. Su hermano ya aparecería, estaba acostumbrado a sus salidas nocturnas, pues, según el eran cosas del trabajo. Mientras se acostaba en la cama, pensaba en su hermano, apenas pasaban tiempo juntos, llevaban unos días separados y sentía la necesidad de pasar mas tiempo con el, pero el trabajo apenas les dejaba tiempo para compartir las vivencias diarias. Intentaba mantenerse despierto, esperando su llegada pero sus ojos se cerraron a causa del cansancio y no se volvieron a abrir hasta que sonó el despertador.



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Cuando la realidad supera la ficción.




Pongamos que somos vendedores, vendedores en una tienda que vende fragancias y tratamientos de alta gama, fragancias y tratamientos de gamas más asequibles, productos de limpieza e higiene. Pues hablando con una amiga que se dedica a eso, descubrí que por mucho que los departamentos de marketing de cada marca existente en el mercado se esfuercen en que la gente les recuerde correctamente, en algunos casos consiguen ser recordados pero de una forma un tanto peculiar.

Para ilustrar mis palabras, me limito a escribir las respuestas en rojo que se obtuvieron al referirse a dichos productos. Entre paréntesis, mi más humilde reflexión a las palabras omitidas. Pensad que todas las conversaciones se iniciaron con un simple "¿En que le podemos ayudar?".

- ¡Busco Imperio Armani!
(¡Vaya con los historiadores! Me hablaron del Imperio Romano, el Otomano, el del Sol Naciente, pero de este, ¡nunca! Aunque igual está situado debajo de algún mueble, entre la pelusa y el polvo....)

- Quería esa crema nueva que anuncian (aquí es cuando el dependiente empieza a sufrir) que lleva Ácido Plutónico.
(Vaya por donde... y la Nasa afirmando que no ha habido contacto extraterrestre. ¡Pues esta marciana se les ha colado1)

- Buscaba la Colonia de Adolfo Suárez.

(¿Cual de ellas? ¿Eau de Constitución? ¿Puedo prometer y prometo pour homme?)

- La colonia de Paco Rabano
(Se nos ha agotado, pero le puedo recomendar la de Antonio Calabacín, la Eau de Salad, es más refrescante)

- ¿Tenéis la colonia de Roger DeGaulle? (Léase con voz de pito)
(¿Donde? ¿Como? ¿Que el hermano de Charles DeGaulle hacía perfumes? ¡Qué familia más polifacética: Charles presidente de Francia y el hermano ¡perfumista! Se sospecha que era la hermana de la marciana del Ácido Plutónico..)
- ¿Tenéis toallitas secas?

(Sí, las tenemos en varios formatos: papel de lija, de periódico y papel folio Din-A4 de 80 gr.)
 

- Quería un ojo
(Esta sí que tenía claro que los suyos no le gustaban, lástima que está prohibido el comercio con órganos, sino seguro que se puede llegar a un buen acuerdo).


- ¿Tenéis esmalte de uñas sin NACARINA?
(Sí, los tenemos sin nacarina, con azúcar y light, ¿cual quiere?)

- Mira, estaba buscando una colonia en concreto. La utilizan de ambientador en la tienda M.D.
(Podemos ir probando con las variadas fragancias de AmbiPur, si no la convence pues Brise, u Oust y así hasta probar todos los ambientadores de la tienda para que se ambiente bien)

- Buscaba la colonia de Dolce and Donwana
(O sea, ¿Kunta Kinte eau de Toilette? ¿o prefiere la de Aparheit pour homme?)

- La colonia eza de Guzi
(La de guzi, guzi, es tu amigo de noche, guzi, guzi, ¡¡guzi luz!!)

- Un EXPOLIANTE para el cuerpo.
(Definición: Apropiación de una cosa que pertenece a otra persona de forma violenta, injusta o ilegal. Esta mujer seguro que nació en una baina, por lo que... ¡¡"La Invasión de los Ultracuerpos" es real!!! Seguro que es prima lejana de la del Ácido Plútónico).

- ¡Dame la crema INCORPORABLE de la Azul de Pux!


(¡¡¡Claro!!! La marca Pux debe ser también la fabricante de cremas Expoliantes, porque le expolias el cuerpo a cualquiera y luego te lo incorporas. Esto esta empezando a darme miedo...)

- ¿Tenéis la colonia de LA GATA RUIZ DE LA PAGA?
(No, pero tenemos la Paga de Navidad y la de Verano. ¡Pero por pagas, que no quede!)


Continuará...¿?

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