domingo, 10 de febrero de 2013

Angel y Mathew


Él la seguía con la mirada, parecía divertirle la situación. Observó como la joven al entrar le daba un cariñoso beso en la mejilla al anciano que había visto. Esa imagen se le grabó en la mente y le irritó de sobremanera. Sus sospechas eran ciertas, la joven estaba emparentada con él. Pensó que probablemente, por la edad o era su sobrina o su nieta. Pese a ese descubrimiento, decidió llevar a cabo su plan de conquista y destrucción sentimental que tenía en mente desde que la conoció. Volvió a su trabajo, una rutina que no le satisfacía en absoluto, pero que le servía para mantener su estatus de galán entre las féminas. Al finalizar su jornada laboral volvió a su lujoso apartamento situado justo en el centro de la ciudad. Al llegar cogió su agenda color marrón, esa agenda que solo la tenía para sus contactos especiales. Hizo un par de llamadas y decidió esperar las respuestas a sus dudas mirando esos estúpidos programas de televisión, donde muchas personas explicaban sus miserias humanas a toda la audiencia entregada al máximo reviviendo con ellos el dolor y sus desgracias personales. Le divertía ver a las personas normales, la mayoría con baja autoestima, de un nivel intelectual más bajo que la media, como paseaban sus problemas por los platos de televisión esperando una solución que nunca llegaba.

-¡Desgraciados¡-exclamo ante el televisor mientras un matrimonio explicaba entre lágrimas, que su hijo mayor se había ido de casa tras una discusión- Solo tenéis derecho a morir

Despreciaba a la sociedad, esa sociedad que confiaba en él, que leía sus libros de psicología y de autoayuda. lujos. Esa sociedad, para el, eran solo insectos insignificantes. Juguetes en su mente egocéntrica e increíblemente inteligente. Lo sabía y se sentía orgulloso de si mismo, se veía como una especie de ser supremo, que estaba por encima de todos, pero por culpa de un maleficio estaba condenado a vivir entre ellos.

Mientras miraba el televisor su hermano empezó a hablarle

-¿Donde has estado hoy?-le dijo con un tono bastante molesto-Pensaba que vendrías a comer.

Angel Spelton estaba acostumbrado a los reproches de su hermano, creía que al estar todo el día solo en casa se había convertido en una especie de solterón aburrido y amargado con una única distracción, intimidarlo.

-He ido a comer con una chica-le contesto Angel.

-Ah, -contesto intrigado Frank-¿Como es?

Angel lo miró sorprendido. Nunca antes le había preguntado acerca de sus conquistas.

-Es una joven muy inteligente-le contestó obediente.-Se llama

-Se como se llama-interrumpió el-¿Sorprendido?

Angel estaba atónito.

-¿Creías que no me iba a enterar? Es familia del viejo, ¿verdad?

-Yo no lo sabía Mathew-le contestó Angel, no podía disimular su pánico ante la posible reacción de su hermano.

-No, no te preocupes, ella no es una molestia para mi. Solo su viejo. -Contestó Mathew mientras se encendía un cigarrillo.

-El viejo –preguntó Angel- ¿Es su abuelo?

Mathew no contestó, siguió mirando al vacío mientras seguía fumando. A Angel le molestaba mucho la actitud de su hermano. No quería que le fastidiase su plan con Alex, pero sabía que odiaba a su abuelo, lo culpabilizaba de su desgracia, de su soledad y sobretodo, de la separación de ambos hermanos.

Angel recordaba el día en que se conocieron. Estaba en una habitación con paredes blancas, el suelo gris y una fría camilla. No recordaba exactamente porque lo llevaron allí, ni el porque de tantos cables, pero recordaba como lo conoció, como lo vio por primera vez. Estaba sentado a su lado y vio como al abuelo de la joven no le hizo ninguna gracia que empezasen a hablar entre ellos. Recordaba claramente como el abuelo de la joven se llevó a su hermano a otra habitación, como lo encerró en una sala con las paredes acolchadas y le puso una camisa de fuerza. Lo escuchaba llorar por las noches, veía como una mujer muy atractiva se dedicaba a inyectarle a su hermano unas extrañas sustancias con unas pequeñas jeringuillas. Veía como se dormía envuelto en lágrimas, mientras el abuelo de la joven y esa mujer hablaban entre ellos.

Mathew se había ido. Angel seguía sentado en el sofá, probablemente se habría quedado dormido, pues la programación del televisor ya era para una audiencia bastante adulta. Se sentía cansado y decidió acostarse. Sin hacer caso de la película porno que emitían en ese momento, apagó el televisor y se fue a su cuarto. Su hermano ya aparecería, estaba acostumbrado a sus salidas nocturnas, pues, según el eran cosas del trabajo. Mientras se acostaba en la cama, pensaba en su hermano, apenas pasaban tiempo juntos, llevaban unos días separados y sentía la necesidad de pasar mas tiempo con el, pero el trabajo apenas les dejaba tiempo para compartir las vivencias diarias. Intentaba mantenerse despierto, esperando su llegada pero sus ojos se cerraron a causa del cansancio y no se volvieron a abrir hasta que sonó el despertador.



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