miércoles, 27 de noviembre de 2013

CheeseLove

Era un miércoles por la tarde. El metro paró en su estación como hacía habitualmente. Él se subió al metro con su mochila. Una vez acomodado en el asiento, se dispuso a abrir su bolsa. Ante la sorpresa de todos, un enorme queso. Totalmente abstraído de su alrededor, empezó a hablarle como si de un ente humano se tratase.

-Ahora vamos a ir a casa.

Le decía mientras delicadamente sus dedos recorrían la rugosa y áspera piel que envolvía el delicioso cuajo, sus ojos emitían una mirada lasciva hacia él, y en un instante, todo su amor se volcó en forma de beso sobre la redondeada figura.

Los acompañantes del breve viaje contemplaban la escena con cierto humor, algunos, incluso estaban atónitos ante lo que estaba sucediendo, pero todos se mantuvieron en silencio mientras él mostraba en público su amor incondicional hacía ese monumento al placer culinario.


Una vez, él llegó a su destino, entró en su casa, cerró la puerta con llave y con sumo cuidado sacó a su amante del escondite y dejo que fuera rodando sobre sus curvilíneas formas hacia donde quisiera.
Cual sorpresa fue la de él, al descubrir, con enorme satisfacción, que su objeto de deseo se dirigía rápidamente hacia su habitación. Allí, sobre su lecho, le estaba esperando, provocador, deseoso de ser catado, deseoso de ser tocado y acariciado por él.

¡Por fin juntos! Pensó él, y apoyado en el marco, lo miró con deseo y lujuria. Cerró la puerta tras de si, se acercó lentamente. con movimientos obscenos se desabrochó la camisa, se quitó los pantalones y se sentó en la cama. Lo besó, lo tocó y durante largo rato recorrió todas sus curvas. Mientras todo eso sucedía, un grupo de ratoncitos contemplaban la escena llenos de envidia, pero esto será explicado en otro momento. Por fin su sueño se hacía realidad, delicadamente sacó un enorme objeto cortante de su cómoda y hundió el afilado cuchillo en el corazón de su amante.

Al día siguiente, frente al espejo, contemplando su rostro lleno de felicidad se
dijo a si mismo:

-Te elegí entre cientos, tu me miraste y yo te miré. La chispa saltó en ese preciso instante, amor mío, ahora te siento en mi interior.

Se fue a trabajar, como hacía diariamente, pero esta vez, a causa de  felicidad iba cantando alegremente: 

"!I got you, under my skin! Tum tu tu tum!"


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